Revista Almaceite

El reciente estudio de previsiones demográficas presentado por el INE días atrás ofrece una radiografía aproximada de lo que será España a nivel poblacional en las próximas décadas. Y una herramienta muy interesante para el mercado de consumo que permite lecturas de futuro muy importantes para el sector oleícola.

Todas estas proyecciones tienen un impacto directo sobre el gran consuno alimentario de los próximos años. Comenzando por el fuerte aumento de la población mayor de 80 años en los próximos 15 años, que crecerá un 45,4%. Y también por el crecimiento exponencial de los hogares unipersonales: un tercio de todos los hogares serán de una persona sola, hasta alcanzar los 7,7 millones de viviendas unipersonales, frente a los 5,4 actuales. La tasa de natalidad en el año 2022 se situó en España en 1,16.

Los hogares empequeñecen y envejecen a la vez. El tamaño medio del hogar no para de reducirse, desde las casi cuatro personas de 1970, a las 2,5 que pronostica el INE para este año 2024. Dentro de quince años serán 2,32 persona por hogar.  Según el INE, en 2039 el tipo de hogar más habitual será el de una persona sola (un 33,5% del total, por delante del 31% que supondrán los de dos personas).

En los próximos treinta años, los hogares unipersonales crecerán un 41%, Castilla y León, Asturias y Extremadura son las tres regiones donde más crecerán las viviendas unipersonales, mientras Baleares, Murcia y Madrid donde menos lo harán. Los análisis demográficos muestran claramente como Comunidad de Madrid y las zonas del litoral Mediterráneo, desde Gerona hasta Cádiz, con su epicentro en Valencia, Alicante, Murcia y Málaga, más Islas Baleares, concentrarán el mayor crecimiento demográfico español. Y es ahí donde las grandes cadenas de distribución se harán fuertes en puntos de venta y en plataformas logísticas.

El volumen de compra, la periodicidad de la compra y los formatos deberán adaptarse a esta nueva realidad, El profundo cambio demográfico que se avecina en los próximos años en el mercado español cambiará a buen seguro muchas cosas en la venta y comercialización de aceites de oliva.

Sin embargo, en las proyecciones del INE, el decrecimiento de la poblacional nacional -con más fallecimientos que nacimientos en los últimos años. Se ve claramente compensado por la llegada de población inmigrante. En los próximos 15 años, España ganará cinco millones de habitantes, gracias al flujo migratorio que en el año 2022 alcanzó las 727.000 personas.

Una buena noticia en términos de mercado de consumo pero que introduje un gigantesco desafío en la industria oleícola: atraer al cliente inmigrante. En tres décadas, España alcanzará los 54,6 millones de habitantes. La población nacida en España disminuiría de forma paulatina, y pasaría del 81,9% actual al 61% dentro de 50 años.

Una de las razones que explica porqué el consumo de aceites de oliva no ha subido en España en los últimos años -como ha ocurrido en otros grandes países productores como Italia, Grecia o Portugal- es porque no ha conseguido atraer al consumidor inmigrante. Por diversos motivos tanto culturales, gastronómicos como económicos. Salvo en el caso del colectivo marroquí, muy numeroso y acostumbrado en su país al aceite de oliva, el resto de grandes colectivos inmigrantes (desde latinoamericanos hasta rumanos), no ha vivido en sus países de origen ni en sus comidas el uso de los aceites de oliva. Y sí el de otras grasas vegetales más baratas.

El factor económico también es importante, ya que se trata de un colectivo de menor nivel de renta disponible que el nacional, que destina una gran parte de sus ingresos al alquiler o la compra de la vivienda. Y que tiene la percepción del aceite de oliva como un producto más caro frente a los aceites que ellos utilizan habitualmente (girasol, semillas, maíz….).