Gonzalo Guillén (ANIERAC): “¿Debemos abandonar la legislación proteccionista que no permite el desarrollo de aceites y otros productos con aceites de oliva?”

Texto:
Gonzalo Guillén
Presidente de ANIERAC

 “A grandes rasgos, en estos últimos 20 años el consumo de aceites vegetales comestibles ha mantenido como principal característica su madurez, pero apuntando a una ligera disminución que lógicamente se refleja en los datos de las ventas de los envasadores de ANIERAC.

En los primeros años de este siglo XXI, las ventas totales de las empresas de ANIERAC se movían en cifras en torno a 750 millones de litros (olivas y semillas) mientras que ya en los últimos años se sitúan por debajo de los 700 millones de litros. Esta retracción también se constata en los datos del Panel de Consumo del Ministerio de Agricultura que considera, entre las razones de este estancamiento, los cambios en los hábitos de consumo. No podemos olvidar que la preocupación por una vida más sana y saludable está reduciendo la fritura, que en los hogares se recurre cada vez más a las comidas preparadas, y que está aumentando el consumo de alimentos fuera del hogar, donde el aceite de oliva tiene una menor presencia.

Todo esto ocurre a la vez que se produce una sensible variación en la población y en la estructura de los hogares. La población española ha pasado de algo más de 40 millones en el año 2000 a los más de 47 millones en el año 2020, lo que nos haría pensar en un aumento del consumo de aceites, pero hay que tener en cuenta que muchos de estos nuevos ciudadanos no han nacido en España y traen hábitos alimenticios muy distintos a los nuestros. De igual manera, otro rasgo que ha tenido influencia en esta disminución del consumo es que las familias son cada vez más reducidas, con hogares con menos individuos. El número de hogares ha aumentado pero, como hemos dicho con un número de miembros cada vez más reducido y una parte importante formado por parejas sin hijos y jóvenes que viven solos que tienen hábitos alimenticios con poca presencia de los aceites de oliva aunque, y esta es nuestra oportunidad, conocen bien y valoran mucho el aceite de oliva.

En la evolución de estos 20 años, las cifras ponen de relieve las tendencias del consumo de aceites de estos últimos años. Pensamos que probablemente muchas de ellas se irán acentuando en el futuro.

Cambios notables
El consumo de los aceites de oliva dentro de la gran madurez, que como hemos apuntado presenta en su conjunto, muestra cambios, algunos notables, entre los que destaca el crecimiento de los aceites de oliva virgen extra a costa de la disminución de las categorías virgen, suave e intenso, gracias a la gran mejora de la calidad experimentada en la producción obteniéndose aceites vírgenes extras más frutados y suaves más apreciados por los consumidores.

Sin duda el mayor conocimiento de los consumidores de sus cualidades nutricionales y saludables y también el aprecio por su gran variedad de características organolépticas han sido parte de la razón de este extraordinario crecimiento que, en todos los análisis, apunta que mejorará en los próximos años.

Los aceites de oliva suaves e intensos han bajado su cuota de mercado, especialmente el intenso, la antigua categoría que denominábamos oliva de 1°, ya que el consumidor parece haberla sustituido poco a poco por los vírgenes. Las ventas de los aceites de este grupo en el año 2000 alcanzaban el 80% del mercado de los aceites de oliva, mientras que hoy suponen la mitad del consumo.

Con respecto a los aceites de semillas oleaginosas las variaciones han sido menos significativas: mantienen una cuota de mercado inferior al 50%, con un dominio absoluto del aceite refinado de girasol y con una presencia relativamente significativa del aceite refinado de semillas que hace 7 años comenzó a apuntar un notable crecimiento, aunque parece que hoy no se mantiene.

En esta evolución de estos 20 años no podemos dejar de comentar y lamentar la evolución del aceite de orujo de oliva. Los años anteriores al período que estamos analizando alcanzó cifras del entorno de 65 millones de litros, pero la injusta crisis del 2001 que se relacionó con el aceite de orujo de oliva provocó una caída de la que no consigue recuperarse.

Crecimiento
Llegados aquí resulta oportuno preguntarnos sobre el futuro del consumo de los aceites de oliva en España. En nuestra opinión sin duda hay una clara posibilidad de crecimiento, en volumen y valor, reforzando el conocimiento de sus cualidades nutricionales y saludables y las características organolépticas que aportan a otros alimentos.

Este mayor conocimiento de las cualidades de los aceites de oliva nos debe permitir el crecimiento no sólo en el consumo doméstico, sino que también debemos poner un acento especial en la restauración y la hostelería que, además, nos ofrece la posibilidad de ser un escaparate para llegar a los millones de turistas que recibimos en nuestro país.

Finalmente, hay un aspecto que cabe plantear: ¿debemos abandonar la legislación proteccionista que no permite el desarrollo de aceites y otros productos con aceites de oliva? En el marco legislativo actual nos encontramos en un mercado único en el que los operadores de algunos países están sometidos a una legislación limitante, mientras que otros tienen más posibilidades. De igual manera podríamos preguntarnos si estamos, como país y como administración, haciendo lo suficiente para conseguir “alegaciones nutricionales “legales y diferenciadoras” del resto de los aceites, que valoricen más los aceites de oliva. Lamentablemente, no disponemos, pese al gran volumen de estudios que demuestran sus propiedades saludables, de unas alegaciones claras, contundentes y diferenciadoras que permitirían valorizar mucho más nuestro preciado aceite de oliva».


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