El girasol alto oléico, que supone el 40% del cultivo en España, planta cara al oliva en la industria alimentaria

El aceite de girasol siempre ha sido el gran competidor doméstico de los aceites de oliva en el mercado español, aunque sus virtudes saludables y gastronómicas no sean comparables. En el año 2022 las empresas integradas en Anierac comercializaron 263 millones de litros de aceites de girasol, pese a su mayor precio tras la guerra de Ucrania. En torno al 90% de los aceites de semillas envasados que se comercializan en España son de girasol.

La guerra y las dificultades de importación del producto desde la zona de conflicto provocó un efecto directo sobre las plantaciones que alcanzaron las 871.307 has, un 39% más que la media de los últimos años. Y no solo en terrenos de secano, sino también en amplias zonas de regadío ante la menor necesidad de agua de este cultivo frente a otros industriales como tomate, maíz, arroz y hortícolas. Este año las previsiones del sector apuntan a un cultivo de entre 780.000 y 800.000 has.

Una parte del sector productor de aceites de oliva ve con preocupación el auge que están consiguiendo especialmente los aceites de girasol alto oléico, que ya suponen en torno al 40% de las hectáreas de cultivo en España según la Asociación Española del Girasol (AEG). Un producto que ha conseguido atraer a la industria alimentaria, sobre todo a la de pastelería y bollería que quieren quitarse el sambenito del uso de aceites de palma. Cada vez es más normal que lo destaquen en su etiquetado como efecto llamada favorable ante el consumidor, como también lo hacen los fabricantes con los aceites de oliva. Su diferencial de precio frente al oliva hace el resto.

Se trata de un cultivo industrial que cuenta con semillas genéticamente mejoradas en laboratorio para lograr ese mayor contenido oléico. De ahí que se hayan logrado variedades con un contenido mayor en ácidos grasos monoinsaturados (84% del total de la grasa, frente al 25% anterior). Las grandes multinacionales que denominan el mercado del aceite de girasol internacional como Bunge y ADM han apostado seriamente por el producto.

La Asociación Española del Girasol (AEG) destaca el interesante diferencial de precio que tiene en estos momentos el girasol alto oléico. “Cada vez más la mejora genética ha hecho que el agricultor pueda encontrar variedades con magníficas características agronómicas y adaptación que, con un precio de cosecha superior, pueda aumentar su rentabilidad”, aseguran. España es un país deficitario en girasol, importando todos los años entre 400.000 y 500.000 tn de pipa y aceite.

El mercado mundial de aceites de girasol factura en torno a los 32.000 millones de dólares y espera en el periodo 2022/2027 un crecimiento del 6,5% en ventas. La subida de precios en los lineales provocada por la guerra de precios ha elevado considerablemente su facturación, aunque en los últimos meses se ha producido un reajuste  de precios. Ya es frecuente encontrar en los lineales el litro de girasol por debajo de los dos euros en las marcas de distribuidor, y la garrafa de cinco litros en PET por debajo de los 10 euros. Entre 2,5 y 3 veces más económico que el aceite de oliva virgen o virgen extra de marca de distribuidor o segundas marcas. Un diferencial que hacía bastante tiempo que no se veía.


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