Revista Almaceite

Entrevista con
Rafael Sánchez de Puerta
Director General de Dcoop

¿Cuáles han sido los grandes hitos y proyectos en el año 2022 del Grupo de Dcoop?

El año 2022 podría definirse como convulso, sin embargo, en el Grupo Dcoop nos hemos crecido ante la adversidad y ha sido sinónimo de crecimiento. En aceite tuvimos una campaña media en 2021/22, que también vivió un incremento de precios en las cotizaciones por las expectativas de bajas cosechas.

Además, en otros sectores, seguimos apostando por nuestra máxima novedad, que son los frutos secos (almendras y pistachos). Nuestra planta en Villa del Río se ha incorporado a la División de Pistacho de la Sección de Frutos Secos de Dcoop para dar un paso en la generación de valor añadido de estas producciones que están en continuo incremento.

La campaña 2022/2023 ha sido una de las más cortas en producción de lo que va de siglo XXI. ¿Cumplir con los compromisos y clientes tanto nacionales como internacionales resulta mucho más complicado en campañas como la actual sobre todo por el nivel de precios en origen?

La histórica caída de la producción en esta campaña ha visto su reflejo, como no podía ser de otra manera, en el consumo del aceite: baja la producción debido a la sequía y a las altas temperaturas, suben los costes de recolección y, por lo tanto, sube el precio del aceite. Con la gran caída de la producción, pese a los precios altos, los olivareros van a ingresar menos dinero, en un contexto de claro incremento de costes.

Sin embargo, en Dcoop trabajamos por y para comercializar las producciones de nuestras familias socias, a quienes no podemos dejar en la estacada, y menos en una situación como la actual. En cuanto a las exportaciones, son importantísimas, con más de la mitad del negocio en este campo. Producimos más aceite, y no solo aceite, también vino y aceitunas, de los que se consumen en España, por eso hay que vender fuera y de manera constante y estable.

El consumo mundial ha girado en esta última década con más peso de Estados Unidos -donde Dcoop tiene una gran presencia- y Asia, y menor protagonismo de los grandes países productores. ¿Es una tendencia de mercado clara en el futuro?

Estados Unidos y el continente asiático son dos lugares claves de las exportaciones del aceite de oliva español. Por poner un ejemplo, Dcoop exportó a Estados Unidos un tercio del total del aceite de oliva andaluz durante el primer semestre de 2022. Según los datos recogidos por la Empresa Pública Andaluza de Promoción Exterior, Extenda, Andalucía exportó por valor de 329 millones de euros y el Grupo Dcoop lo hizo por 105,97 millones.

En China, en la campaña anterior, la de 2021/22 crecieron un 10,25 % las ventas, que llegaron a las 45.840 toneladas, según datos de las aduanas de China correspondientes a los primeros nueve meses del pasado ejercicio. Por nuestra parte, Dcoop exportó a China 8,73 millones de kilos/litros de todos sus productos en 2021. Además, el sector de los Aceites de Oliva de España está realizando una campaña en este país para demostrar los beneficios de su uso. También tenemos una presencia importante en Japón, un mercado muy interesante.

Apostamos por exportación y también por el mercado nacional. En lo que sí tenemos que seguir trabajando es en demostrar los extraordinarios beneficios que tiene el aceite de oliva en la salud de los consumidores y continuar “educándolos” para que consuman los de mejor calidad.

Más de un 30% del olivar para almazara en España ya tiene riego. ¿Es la clave para mantener la producción de forma estable en España visto lo ocurrido en esta última campaña?

Es urgente sentarnos y hablar de manera seria del tema del agua, porque afecta claramente al sector. Lo hemos visto en esta campaña y lo seguiremos viendo si no le ponemos remedio pronto. Creo que sí, que, ante la falta de lluvia, tenemos que plantearnos otras alternativas, como es el regadío para poder mantener las explotaciones de olivar. En Dcoop estamos comprometidos con una mejor gestión hídrica, apostando por técnicas agronómicas que optimicen el uso del agua y por la reutilización de la misma, por ejemplo las depuradas. De esta forma contribuimos a mitigar el cambio climático, frenamos la desertización y garantizamos el futuro de nuestros pueblos.