Raquel Mateos y Jara Pérez (ICTAN-CSIC): “La variable salud es muy importante para gran parte de los consumidores en todo el mundo”

Raquel Mateos y Jara Pérez son investigadoras del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (ICTAN-CSIC) en Madrid

¿Han cambiado mucho las tendencias de consumo de los hábitos alimentarios en el mercado español en los últimos años?

Sí, las tendencias de consumo y los hábitos alimentarios en el mercado español han cambiado en los últimos años. Los consumidores españoles cada vez están más preocupados por su bienestar por lo que buscan productos orientados a mejorar su salud física y mental. Los consumidores son cada vez más conscientes de la relación que existe entre la alimentación y la salud y, por ello, demandan alimentos potencialmente más saludables, aunque en ocasiones, dada la baja educación alimentaria de la mayoría de la población, esas elecciones pueden no ser necesariamente las más sanas (por ejemplo, consumiendo ciertos embutidos ‘light’ como merienda en lugar de fruta fresca). Además, cada vez tienen más interés por los alimentos de origen vegetal, lo que repercute en un menor consumo de carne y una mayor búsqueda de alternativas vegetales de todo tipo de productos.

A esto se le añade su preocupación por el impacto ambiental de los alimentos que compran. El consumidor presenta más conciencia de la sostenibilidad y esto explica la mayor demanda de alimentos ecológicos, por ejemplo, e interés por las marcas responsables y sostenibles. Y, por último, la pandemia de COVID-19 ha impulsado el comercio electrónico y la entrega a domicilio de alimentos, modelo que conjuga a la perfección con el nuevo ritmo de vida y menor tiempo libre, pero que, por el contrario, margina al pequeño comercio que habitualmente no dispone de esta vía de comercialización. Por lo tanto, cada vez más el consumidor español trata de llenar la cesta de la compra de forma que pueda dar respuesta a su mayor conciencia sobre la alimentación saludable con ciertos matices, la sostenibilidad, el impacto ambiental y el estilo de vida.

El sector del aceite de oliva constata que el consumidor joven no demanda mucho el producto, por preferir comidas procesadas y comida rápida ¿Es una tendencia generalizada que afecta a otros alimentos también?

Es cierto que el aceite de oliva es menos demandado por el consumidor joven que el de mayor edad. Esta tendencia no es exclusiva del sector del aceite de oliva y también se viene observando en otros alimentos. Este cambio es consecuencia del mayor consumo de alimentos ‘ready to eat’ por parte del sector juvenil en comparación con los consumidores de mayor edad, lo que se asocia a un estilo de vida más acelerado y con menor tiempo libre para cocinar. Este cambio ha obligado a la industria agroalimentaria a formular nuevos productos que se adapten a las inquietudes y preferencias del público juvenil.

A este respecto se han detectado dos tendencias, por un lado, muchas empresas están innovando y tratan de crear nuevos productos para ofrecer soluciones que requieran menor tiempo de preparación además de saludables para aquellos jóvenes que no tienen mucho tiempo libre, viven solos, desean comer de forma sana y experimentar con nuevos sabores. Sin embargo, por otro lado, otras empresas han centrado sus estrategias en la educación y la promoción de estilos de vida saludable que incluyan alimentos frescos y naturales. Esta iniciativa responde al interés por lo fresco y productos locales, especialmente a partir de la pandemia, lo que posiblemente repercuta en un mayor consumo de aceite de oliva a la larga por parte de los jóvenes. Aunque la tendencia hacia los alimentos ultraprocesados y la comida rápida es una realidad entre los consumidores jóvenes, existen esfuerzos por parte de la industria alimentaria y de la salud pública para promover una alimentación más saludable y equilibrada que incluya bien alimentos preparados con perfiles nutricionales adecuados o bien preparaciones a base de productos frescos como el aceite de oliva entre otros ingredientes.

¿Hasta qué punto la variable salud es una decisión importante para un amplio número de consumidores?

La variable salud por supuesto que es muy importante para gran parte de los consumidores en todo el mundo. Cada vez más personas han tomado o están tomando conciencia de la importancia que tiene tanto el tipo de alimentos consumidos como las prácticas culinarias, además del estilo de vida en su estado de salud y bienestar. Por ello, el mercado de alimentos y bebidas saludables ha experimentado un incremento importante en todo el mundo, promovido por la demanda de los consumidores que buscan alternativas más saludables. Esto ha dado lugar a un mayor consumo de alimentos frescos y naturales, alimentos orgánicos, productos bajos en grasas y azúcares, alimentos con menor contenido en sal o productos con propiedades nutricionales específicas (ricos en fibra, proteínas, vitaminas y minerales).

Además, los consumidores también se fijan y prestan atención en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los alimentos que consumen, lo que influye y determina sus decisiones de compra. Aunque aún queda mucho por hacer, pues la prevalencia de ciertas enfermedades prevenibles sigue aumentando, la dieta como herramienta para cuidar de la salud es una variable cada vez más importante para un amplio número de consumidores, y está impulsando un cambio significativo en las tendencias de consumo de alimentos y bebidas en todo el mundo.

Cada vez es mayor y más abundante la oferta de Food Delivery de comida para llevar a casa. ¿Es un síntoma más del abandono de la cocina tradicional, de dedicar tiempo a la compra y a elaborar comida en casa?

Efectivamente, nos encontramos en un momento en el que, si bien programas televisivos de cocina o aspectos relacionados con el mundo de la restauración, cada vez generan mayor interés, a la vez se va reduciendo el tiempo dedicado a cocinar en el hogar. Por un lado, es indiscutible que los ritmos de vida actuales, con largas jornadas laborales, distancias que recorrer en las grandes ciudades, etc., no favorecen que exista un espacio diario dedicado a la preparación de alimentos. Sin embargo, en ocasiones también existen percepciones erróneas respecto al tiempo que es necesario invertir para comer de manera saludable, ya que por ejemplo con recursos como legumbres, pescados o verduras en conserva es posible realizar preparaciones nutricionalmente adecuadas de manera rápida.

Y esto enlaza con un concepto del que cada vez se habla más, que es de la alfabetización nutricional, entendida no solo como un conocimiento básico de las propiedades nutricionales de los alimentos, sino también de sus posibilidades de preparación, sus tradiciones de uso, etc. En este sentido, actualmente tenemos ya una generación, en torno a los 40 años de edad, con una falta clara de habilidades culinarias, lo que puede tener graves repercusiones en su salud y en la de sus hijos.

Cada vez hay más consumidores que se dejan llevar por mensajes sin base científica en redes sociales o pagados por multinacionales ¿Qué se puede hacer para combatir esta desinformación?

Sin duda, la cuestión de las falsas informaciones es un problema muy importante en este campo; de hecho, estudios realizados por distintas entidades como la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología o el colectivo “Salud sin bulos” han mostrado que la alimentación es uno de los temas sobre los que circulan más mitos o informaciones sin contrastar. En ese sentido, desde nuestro punto de vista se podrían realizar acciones a varios niveles. Por un lado, los organismos públicos relacionados con la materia, como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), o entidades autonómicas, deberían tener como un objetivo prioritario el convertirse en referentes para la población general; en ese sentido, durante la pandemia hemos visto cómo, junto con fake news, ha habido discursos científicos rigurosos que han tenido un amplio calado en la población.

Por otro lado, es importante que en la escuela, desde los primeros años, se forme a los niños y jóvenes en aspectos como el pensamiento crítico, entender cómo funciona el método científico… Estas cuestiones son muy importantes para que cuando, por ejemplo, les llegue a través de redes sociales una “información” sobre el último alimento anticancerígeno, sean capaces de mirar si trata de un estudio in vitro o un estudio in vivo, con implicaciones muy diferentes. Los propios investigadores debemos trasladar nuestros conocimientos a la sociedad mediante el contacto con los medios de comunicación, organizando charlas o talleres… para poder trasladar cómo se investiga y en qué consiste el proceso real de conocimiento, alejado de esos “hallazgos espectaculares” que suelen circular por redes sociales.


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