
Ver la foto que acompaña a este texto impacta. Los “nuevos aceites”, como como el de coco o aguacate, han conseguido en poco tiempo situarse a la misma altura que los mejores AOVEs en los lineales de las grandes cadenas de supermercados españolas. Y casi al mismo nivel de precios.
Si en el caso de los aceites de oliva virgen y virgen extra tienen que ser costosos estudios científicos y médicos quienes avalen sus beneficios para la salud, refrendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la FDA norteamericana, en el caso de los nuevos aceites como el de coco bastan los videos de youtube o tik tok de algún famoso o algún neonutricionista para lograr cientos de miles de visitas que creen a pies juntillas sus efectos. Productos que viven esencialmente del tráfico de videos e informaciones sin contrastar en la mayoría de las ocasiones que tienen en las redes sociales, y que les proporcionan una popularidad casi milagrosa en muchas ocasiones. Hay que tener en cuenta también que el uso de este tipo de aceites está asociado también a productos y alimentos poco tradicionales en la dieta mediterránea de las casas españolas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar el consumo diario de grasas saturadas -como las del aceite de coco- a menos del 10% de las calorías totales, y por tanto su ingesta debe ser limitada, ya que se asocia a un aumento del riesgo cardiovascular. El aceite de coco es un aceite vegetal, conocido también como manteca de coco. Se trata de una sustancia grasa que contiene cerca del 90 % de ácidos saturados extraídos mediante prensado de la pulpa o la carne de los cocos.
Aun así, su consumo no deja de aumentar -en unos casos para cosmética pero también para cocina como se recomienda en su contraetiqueta- y ha logrado entrar en los lineales de alguna de las mayores cadenas de supermercados españoles, como Mercadona. En el caso del aceite de coco que comercializa con su propia marca Hacendado, está elaborado por un laboratorio de Murcia. Atrayendo sobre todo a un público más joven que el del aceite de oliva, pero también a consumidores de entre 35 y 50 años, preferentemente mujeres.
El etiquetado de estos aceites, como el de coco y el aguacate, suele destacar la palabra “Virgen”, que suele siempre asociarse al aceite de oliva, e incluso incluir en su frontal la palabra “oleo” bien visible. Situándose tan cercano en el lineal con los aceites de oliva virgen y virgen extra, parece clara la intención de aprovechar el tirón de este producto.
En todos los informes y encuestas de consumo elaboradas tanto por el Ministerio de Agricultura como por entidades privadas se constata desde hace varios años el crecimiento desequilibrio que se observa en el aceite de oliva entre los clientes de más de 65 años y la clientela más joven. Esta última, cada vez más distanciada del aceite de oliva por modas, hábitos de consumo fuera del hogar y tirón del food delivery, obsesión por el físico…
El problema radica en que este tipo de nuevos aceites logren enganchar a una clientela de mayor edad, también muy influenciable por lo que se dice en las redes sociales.