
Entrevista con
Juan Antonio Parrilla
Asesor Científico-Técnico de Picualia
¿Qué lecciones crees que han aprendido (o no han aprendido) las cooperativas en los últimos años, muy complejos?
Las cooperativas oleícolas históricamente han jugado un papel relevante en las zonas productoras de aceites de oliva. Ya en los años 50 jugaron un papel vital a la hora de organizar a los agricultores bajo las siglas del cooperativismo, pero si es cierto que tras la modernización de esta industria en los años 80 hubo un estancamiento en cuanto a iniciativas y desarrollo cooperativo.
El gran reto que han tenido estas empresas basado en la digitalización y la profesionalización pudo verse como una necesidad urgente con la crisis del Covid-19 en la que muchas cooperativas fueron consciente de la potente herramienta de internet para vender y sobre todo, una cuestión muy clara, es que se han dado cuenta que invertir en profesionales del marketing y la gestión comercial es igual o más rentable que invertir en mejores máquinas porque es una forma de generar valor añadido a la producción de aceites de oliva.
En esta coyuntura vemos que las cooperativas se profesionalizan, con la salvedad que aún quedan muchas por sumarse a este carro. Son muchas las que ya cuentan con un o una gerente, desarrollan una gestión mucho más eficiente, plantean objetivos y mejoras realizables, ponen en valor su marca en base a su zona de producción, a las características de sus aceites, variedades… y todo eso al final suma y hace que el sector sea mucho más consciente de que en un entorno altamente competitivo y dinámico, donde nada está decidido, el que podamos ser capaces de manejar información de mercado y hacer estrategias de venta, ya supone en sí una garantía de éxito o una minimización de los posibles errores que se cometerían si estas empresas carecen de estrategias de venta y de gestión en general.
En definitiva, creo que los consejos rectores cada vez son más consciente de la necesidad de profesionalizar y por supuesto queda mucho camino por andar, pero mi percepción es que estamos aprendiendo de la coyuntura y del entorno tan dinámico que tenemos.
Hay cooperativas que funcionan en solitario, otras están integradas en grandes grupos cooperativos de segundo grado y otras en proyectos comercializadores junto a almazaras privadas. ¿Cada modelo tiene sus ventajas y desventajas?
Por supuesto, no existe un modelo de gestión perfecto y más en el ámbito cooperativo con problemáticas distintas en cada cooperativa. Yo si tengo una idea fundamental y es que antes de hacer una integración de cooperativas todas deben de compartir un mínimo de valores y estrategia, de lo contrario al final estás integrando problemáticas distintas e intereses diferentes y eso es un enorme problema porque los socios no comparten la estrategia del grupo.
En definitiva, el modelo que no apuesta por integrarse, puede sobrevivir diferenciándose, pero crecer sin dimensión es complejo. Al mismo tiempo, un modelo integrado con varias cooperativas resulta complejo y difícil de gestionar si no se comparte un mismo objetivo, que en la mayoría de los casos es así.
Mi modelo ideal sería crear un conjunto de ítems y filtrarlos por objetivos comunes. Sólo aquellas cooperativas que asumen eso podrán estar preparadas para ganar dimensión y que no se base solamente en reducir costes.
El caso de Picualia es así: dos cooperativas que aunaron objetivos comunes y decidieron apostar por un modelo de cooperativa que, apuesta por la producción de calidad, la diversificación a través del oleoturismo y la venta de sus aceites bajo un paraguas de marca generar más valor en la empresa tanto a nivel nacional como internacional.
Desde el punto de vista de la provincia de Jaén, como primera productora española y mundial de aceites de oliva, ¿qué retos debe acometer el sector cooperativo para ganar más peso en envasado y exportación directa?
El sector cooperativo jiennense ya está evolucionando favorablemente. En primer lugar produciendo aceites de más calidad y cada vez más tempranos, ganando en kg de alta calidad en bodega. Especialmente en una campaña como esta 2022/2023 en el que ha habido escasa producción de aceites de oliva vírgenes extra, Jaén puede marcar la diferencia con la producción de aceites tempranos y hace unos años esa visión estratégica de producir calidad era impensable en nuestra provincia.
Ahora bien, todavía hay muchos retos pendientes. El primero de ellos es adaptar las producciones a la nueva realidad sostenible que ya nos está marcando la PAC. Particularmente considero que la Agricultura de Producción Integrada (api) y la producción ecológica, deben de ser obligatorias para aquellos socios que deseen formar parte de una cooperativa y tenemos ejemplos de ello en grandes cooperativas como Oleoestepa en Sevilla.
Otro gran reto se centra en la organización cooperativa ya que hay que adaptar estas empresas a las problemáticas del entorno puesto que los agricultores cada vez son más exigentes. En este sentido los consejos rectores tienen mucho que aportar en este cambio organizativo.
Finalmente, y a grandes rasgos creo que no existen estructuras comerciales ni creencias de marca. El primer paso es creer en una marca y en una identidad, y a partir de ahí diseñar formatos, calidades y abarcar mercados. Este reto podrá ser una realidad con la incorporación de profesionales del marketing y de la gestión comercial. Tras esto la internacionalización es el siguiente paso y para ello hay instituciones muy preparadas como ICEX o las instituciones de comercio exterior regionales como es el caso de EXTENDA en Andalucía para un primer análisis y para el acompañamiento durante el desarrollo de mercados.
Desde el punto de vista del marketing, ¿el olivar tradicional y familiar debe saber vender mejor su producto ante el nuevo modelo de fondos de inversión y grandes explotaciones?
Lo comentaba al inicio de esta entrevista. Las cooperativas han sido una solución a los problemas del campo desde los años 50. Los modelos capitalistas extremos en los que se sustentas muchos de estos fondos, buscan rentabilizar una inversión al menor coste y obvian componentes sociales o ambientales.
En el caso del sector oleícola español, las zonas productoras de aceites de oliva son retenedoras de población y la agricultura familiar juega un importante papel, todo ello sin mencionar la absorción de CO2 y la contribución sostenible de este tipo de cultivo.
Con todas estas premisas, creo que sobran los argumentos y son más que demostrables los beneficios de la agricultura familiar y del olivar tradicional.
Ahora, es el consumidor el que tiene el poder de apostar por una producción diferenciada o por una producción basada en el liderazgo en costes que gana terreno por cuestiones económicas y de rentabilidad pero que obvia factores sociales y ambientales que un consumidor cada vez más concienciado e informado debería de saber.