
Con los datos proporcionados por la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) a 31 de diciembre faltarían aún 406.000 toneladas de aceite de oliva para cumplir con los aforos oficiales de campaña (1.289.00 toneladas). Veremos si el mes de enero y parte de febrero da para sumar esa cantidad. El ojo está puesto en tres territorios, que son los que a día de hoy acumulan más “retraso” para cumplir con las cifras que se manejaban en octubre y traían cierta tranquilidad al sector oleícola español tras dos campañas muy cortas.
En el caso de la provincia de Jaén, mayor productora española de largo, el aforo de la Junta de Andalucía de octubre esperaba una cosecha de 445.000 toneladas. A 31 de diciembre esta cifra va por las 298.157 toneladas, es decir, 147.000 toneladas menos de las señaladas en el aforo de la Junta. En el caso de la provincia de Córdoba, segunda mayor productora de aceite de oliva de España, el aforo señalaba una producción de 271.000 toneladas, cuando la producción a 31 de diciembre es de 175.815 toneladas.
Mientras, en Castilla-La Mancha, donde tradicionalmente la producción es más tardía por la preponderancia de su variedad Cornicabra, la producción hasta finales de año había sido de 89.606 toneladas, cuando el aforo del Ministerio de Agricultura espera una cosecha de 140.000 toneladas. Por su parte, la producción en Extremadura, tercera región productora de aceite de oliva, a 31 de diciembre era de 70.309 toneladas, para un aforo previsto por el Ministerio de 78.676 toneladas.
En el resto de regiones productoras significativas, el aforo del Ministerio de Agricultura solo ha sido superado por Cataluña, donde se han alcanzado a finales de año las 13.770 toneladas frente a un aforo de 12.413 toneladas. En los casos de Comunidad Valenciana y Aragón, las cifras a 31 de diciembre están aún lejos del aforo, con unas previsiones ya de por sí bastantes bajas para lo que es su producción histórica.
Alcanzar o situarse muy cerca de la cifra prevista en el aforo de 1,28 millones de toneladas tendría un efecto muy positivo para la estabilidad del sector oleícola español a nivel de precios en origen, y sobre todo a nivel de fortaleza de cara al mercado de exportación. Todo lo que fuera quedarse más cerca de los 1,1 millones de toneladas podría tensionar de nuevo el mercado, sobre todo teniendo en cuenta que los meses de invierno han transcurrido en las principales zonas productoras de olivar con una carga de lluvia muy por debajo de la media histórica.