La diabetes gestacional es una dolencia con una alta incidencia entre las españolas, con tasas que superan el 30% de los embarazos. Y sobre todo, que tiene un reflejo en la salud de la madre y en la del recién nacido, como explica el doctor Alfonso Calle Pascual, que ha liderado el Estudio San Carlos de Prevención de la Diabetes Gestacional, con la participación del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM) y financiado por el Instituto Carlos III: “La diabetes gestacional se define como la alteración de la regulación de la glucosa que aparece por primera vez durante el embarazo. Se asocia a un incremento del riesgo de enfermar de la madre: se producen más infecciones, hipertensión gestacional, eclampsia, incrementa también la prevalencia de la prematuridad en el parto, aumentando la tasa de cesáreas y, en el recién nacido, favorece la aparición de lo que llamamos el Síndrome de Recién Nacido de Madre Diabética, que se manifiesta con bajos niveles de glóbulos rojos, glucosa, potasio y calcio en la sangre del niño”.
La revista científica Plos One ha publicado los resultados del Estudio San Carlos de Prevención de la Diabetes Gestacional que ha sido apoyado por la Interprofesional del Aceite de Oliva dentro de sus líneas de fomento de la I+D a las que destina más de un 11% de su presupuesto.
Se trata de un evidente problema de salud pública (cada año afecta a más de 100.000 españolas), para el que el equipo de investigadores propuso un nuevo abordaje, desde una alimentación saludable suplementada con aceite de oliva virgen extra y frutos secos. Para ello, y a lo largo del año 2016 se distribuyeron a 1000 mujeres gestantes sanas en dos grupos de 500. Al grupo de intervención se le recomendó consumir más de cuatro cucharadas diarias de aceite de oliva virgen extra y pistachos. El resto de las recomendaciones sobre alimentación y ejercicio físico fueron idénticas para ambos grupos de mujeres. De igual forma, su seguimiento y número de vistas fueron también las mismas.
El estudio confirma que la incidencia de la diabetes se redujo en un 30% en el grupo de gestantes alimentadas sin restricciones con aceite de oliva virgen extra y frutos secos. Además, la necesidad de tratamiento con insulina se redujo a la mitad. Al mismo tiempo, se constató una reducción significativa en las tasas de prematuridad, de cesáreas urgentes, de infecciones de orina y de traumas perineales en la madre y también de recién nacidos pequeños y grandes para la edad gestacional. Además, las madres no ganaron más peso durante la gestación.
“Los efectos del consumo del aceite de oliva virgen extra son tanto directos, por su consumo, como indirectos. En nutrición, tan importante es lo que uno come, como lo que dejas de comer (sustitución de alimentos menos saludables). Las mujeres que han recibido el aceite de oliva virgen extra consumen con mayor frecuencia verduras y hortalizas, porque son más agradables a la hora de comer. Por otro lado, son más conscientes de lo que comen. A la hora de hacer salsas, sofritos o guisos emplean aceite de oliva virgen extra, que tienen un sabor mucho más agradable. Eliminan otras salsas comerciales que son mucho menos saludables. Además, el aceite de oliva virgen extra tiene otros efectos beneficiosos que están demostrados, como es una mejor respuesta glucémica tras la comida, mejora la sensibilidad de la insulina y por lo tanto reduce las excursiones de la glucosa tras la ingesta de alimentos, un hecho muy relevante en la diabetes gestacional. Y no hay que olvidar otro elemento importantísimo: esta alimentación saludable de la embarazada se transmite a través de cambios epigenéticos al niño que favorecen la salud del recién nacido”, se asegura en el informe.