Lo ocurrido con el Covid-19 en la recogida de la fruta en Aragón, Murcia y Cataluña pone en alerta la nueva campaña de olivar

Durante las últimas semanas, las comunidades de Aragón y Cataluña han figurado entre las más castigadas por la segunda ola de la pandemia del Covid-19. Y una parte de ellas se ha dado en comarcas con una fuerte actividad en la recolección de frutas, y con una población flotante de temporeros muy importante.

A pocas semanas del inicio oficial de la recolección de la aceituna, que en la mayoría de los municipios olivareros se intensificará a partir de la segunda o tercera semana de Noviembre, el sector observa con preocupación lo que puede ocurrir de proseguir en el tiempo la pandemia. La propia Diputación de Jaén, la provincia española con más volumen de recolección y número de jornales en la campaña olivarera, ha solicitado a la Junta de Andalucía más ayudas a los ayuntamientos con albergues temporeros así como el refuerzo de los centros médicos de atención primaria en los municipios con más actividad olivarera y más pruebas PCR.

Según el presidente de la Diputación Provincial de Jaén, Francisco Reyes, aunque el Gobierno andaluz ha aprobado recientemente una Guía de Prevención y Control del Covid-19 en las explotaciones agrarias con temporeros, “este documento elaborado por la Junta de Andalucía es para 26 cultivos y no se pueden poner al mismo nivel la judía verde, el calabacín o el melón con la recolección de la aceituna por el número de trabajadores y por la cantidad de municipios a los que afecta”.

Hay que tener en cuenta que por las previsiones de campaña en provincias como Jaén, Córdoba y Granada, y también por la crisis laboral en sectores como el de la Hostelería, se espera la llegada de miles de temporeros de otras zonas y regiones al olivar andaluz.

El propio Ministerio de Agricultura ha elaborado en colaboración con las comunidades autónomas una “Guía para la prevención y control de la Covid-19 en las explotaciones agrícolas que vayan a contratar temporeros”. El problema es que muchas veces entre lo que exponen los expertos en una Guía y la realidad de un tajo en el olivar con muchas personas trabajando dista un universo. En este caso, la Guía pone sobre todo el acento en la empresa y la persona que contrata: “corresponde a las empresas evaluar el riesgo de exposición en que se pueden encontrar las personas trabajadoras en cada una de las tareas diferenciadas que realizan y seguir las recomendaciones que sobre el particular emita el servicio de prevención, siguiendo las pautas formuladas por las autoridades sanitarias”.

Entre las medidas comunes que se exigirán a los empresarios que contraten temporeros figuran las siguientes:

– Adoptar medidas de ventilación, limpieza y desinfección  adecuadas a las características e intensidad de uso de los centros de trabajo, con arreglo a los protocolos que se establezcan en cada caso.

-Poner a disposición de los trabajadores agua y jabón, o geles hidroalcohólicos o desinfectantes con actividad viricida, autorizados y registrados por el Ministerio de Sanidad para la limpieza de manos.

-Adaptar las condiciones de trabajo, incluida la ordenación de los puestos de trabajo y la organización de los turnos, así como el uso de los lugares comunes de forma que se garantice el mantenimiento de una distancia de seguridad interpersonal mínima de 1,5 metros entre los trabajadores. Cuando ello no sea posible, deberá proporcionarse a los trabajadores equipos de protección adecuados al nivel de riesgo.

-Adoptar medidas para evitar la coincidencia masiva de personas, tanto trabajadores como clientes o usuarios, en los centros de trabajo durante las franjas horarias de previsible mayor afluencia.


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