
El nombre que más se oye nombrar en el olivar de Castilla-La Mancha es el de Filomena. Los estragos que esta borrasca de aire frío, nieve y temperaturas extremas causó a casi una cuarta parte del olivar castellano-manchego –el 22% de sus 443.000 hectáreas– en las primeras semanas del mes de enero de 2021 son claramente visibles en miles de hectáreas de olivar de la región cuando se circula por sus carreteras. Una imagen dantesca en algunas parcelas donde ha arrasado todos sus olivos. Dejándolos sin vida ni producción.
Primero con la nieve, y después con el hielo y las temperaturas extremas de hasta 18 bajo cero que provocaron destrozos irreparables en unas 17.000 hectáreas de olivar y unas 100.000 hectáreas afectadas de una u otra forma en total. La propia Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla-La Mancha calcula que se vieron afectadas unas 60.000 parcelas de olivar por Filomena.
El sector productor asegura que los daños provocados van a suponer sin duda una merma en el potencial productivo de la región en los próximos años. En algunos casos, con podas severas se podrá reconducir el olivar mientras que en otros muchos casos solo el arranque es la solución. Lo que está por ver es si en las 17.000 hectáreas de olivar sin posibilidades de recuperación, se volverá a plantar olivar, en marcos más intensivos y con riego donde sea posible, o se apostará por otros cultivos con creciente protagonismo en la zona como el almendro, el pistacho o incluso la higuera.
La Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural ha puesto en marcha un plan de recuperación para el olivar en Castilla-La Mancha que consistirá en una ayuda específica de 18 millones de euros, con hasta 12.000 euros por beneficiario, para financiar la totalidad de los costes de arranque, plantación, poda en base o cruces de olivos. Las organizaciones agrarias lo consideran muy insuficiente. Hay que recordar que el olivar de la zona, mayoritariamente de bajo rendimiento y secano, no está en su mayor parte asegurado. Menos del 8% lo está en provincias como la de Toledo, la más afectada por Filomena. Para la Unión de Uniones de la región, la organización más combativa en este tema, “hay pueblos con el 50% de su olivar arrasado y agricultores que han perdido el 100% de sus olivos”.
En los casos en los que la poda severa puede dar viabilidad al cultivo, las perspectivas para los agricultores son las de estar cuatro o cinco campaña sin recolectar. En el caso de olivares y zonas más específicas como las de la Variedad Castellana en La Alcarria conquense la recuperación del olivar puede demorarse entre 10 y 12 años, según las estimaciones de ASAJA Cuenca. En esta comarca los productores han pedido a las administraciones ayudas para la estimulación del crecimiento vegetativo del olivar con podas, fertilizantes, fitosanitarios así como ayudas directas a las cooperativas de la zona en las que es un cultivo esencial para fijar población en el territorio.
El olivar de Castilla-La Mancha es el segundo en extensión y producción de España, con unas 443.000 hectáreas, de las que 376.000 son de secano y unas 70.000 de regadío. La producción en la campaña 2020/2021 fue de 132.143 tn entre sus 263 almazaras. La provincia con mayor producción volvió a ser Ciudad Real con 63.489 tn seguida de Toledo con 41.009 tn en Toledo y de Cuenca con 7.764 tn. Está por ver si en la próxima campaña estas cifras de producción quedarán muy lejanas en un olivar ya de por sí vecero y muy afectado por la sequía también.
Foto: Amelia Martín