El “boom” de las “freidoras de aire”, un gran obstáculo para el consumo de aceites de oliva en los hogares

Si a las frituras con aceites de oliva le han salido muchas alternativas culinarias como la plancha o al vapor, la irrupción como electrodoméstico de moda de las llamadas “freidoras de aire” puede ser la puntilla. Amenaza con convertirse en uno de los grandes enemigos que impida aumentar el consumo de aceite de oliva entre las familias españolas. Incluso muchas grandes cadenas como MediaMarkt o marcas como Ninja las venden directamente como “freidoras sin aceite/oil free”. Cuantas menos oportunidades de uso demos al aceite de oliva al cabo del día, más difícil será que aumente su consumo. Especialmente entre una población más joven, precisamente la que menos lo usa.

Las conocidas como “freidoras de aire caliente” (air fryer en inglés) -aunque realmente no fríen, sino que hornean- se han convertido en un “boom” en las cocinas españolas alentadas por fuertes campañas de márketing en redes sociales y por la comercialización masiva que han hecho cadenas de distribución como Lidl de su propia marca. En algunos alimentos usan aceite pero en un proporción ínfima frente a las frituras tradicionales con sartén o perol.

Aunque lleva más de una década comercializándose en varios mercados europeos, ha sido en los dos últimos años cuando ha llegado a miles de hogares españoles. Como en su día hizo el microondas. Sus fabricantes intentan vender dos ideas fuerza para atraer a sus clientes: que consumen muy poco (o nada) de aceite -hasta un 80% menos en algunos platos aseguran- y que permite cocinar de forma muy saludable. Es decir, dos ideas atractivas: ahorro y salud. Aderezado por una legión de tiktokkers y youtubers gastronómicos que alaban su uso como el no va más de la modernidad. Además de poder cocinar al de mayor velocidad de cocción que la de un horno convencional.

En realidad las “freidoras de aire caliente” no son más que pequeños hornos de convección portátiles -de entre 30 a 40 cm- que funcionan haciendo circular el aire de forma muy caliente  y rápida alrededor de los alimentos. En algunos casos, con una fina capa de aceite y en otros ni tan siquiera con aceite. Habitualmente está siendo muy utilizado para hacer patatas, pollo, pescado y verduras. Se pueden usar también para calentar alimentos congelados. Sus defensores aseguran que los alimentos quedan jugosos por dentro y crujientes por fuera, muy del gusto de los niños y más jóvenes.

El consumo de estas freidoras de aire caliente varía según su tamaño, potencia y precio, y oscila entre las 700 W de los modelos más básicos hasta los 2.000 w de media. Con capacidades que vas desde los 1,7 litros hasta los seis litros, y precios que oscilan de los 70 a los 150 euros de media. Los hornos eléctricos convencionales usados en las cocinas emplean entre 2.000 y 5.000 W. Estos últimos necesitan un mayor consumo eléctrico -también muy tenido en cuenta en estos tiempos de corren- aunque permiten hornear mayor cantidad de alimento debido a su mayor tamaño.

En el caso de los alimentos crudos, las instrucciones de estas freidoras aseguran que se debe utilizar aceite cuando se cocina alimentos crudos o desde cero, para impedir que se queden resecos o se peguen al interior de la rejilla que los soporta. Pero solo de forma difuminada y uniforme en los propios alimentos con un spray o atomizador, es decir, no como en las freidoras de aceite de toda la vida o las que se utilizan en hostelería. También recomiendan “mojar” con un papel con aceite la propia rejilla de la freidora o hacerlo con un pincel de cocina. Es decir, un uso mínimo o inexistente en unos casos de aceites para cocinar.

Los que defienden su uso suelen pasar por alto varios datos: la limitación de alimentos y platos que permite preparar; su consumo energético para tan pequeñas cantidades de alimento por uso, y perder también todo lo que aportan gastronómicamente el uso del aceite de oliva de calidad en una sartén. Curiosamente la idea que se hace de su uso saludable choca con el uso mayoritario que se hace de las mismas para elaborar alimentos procesados como finges de pollo, palitos de pescado, alitas de pollo aliñadas, etc.


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