
Si se pudiera analizar desde las alturas la expansión del olivar mundial se vería que el pasado año se plantaron más de 150.000 hectáreas. Una superficie más de dos veces la superficie del olivar de Estados Unidos, o casi la suma de las hectáreas de Cataluña y Aragón juntas. En su gran mayoría, más del 85%, con el modelo superintensivo y especialmente de tres variedades dominantes: Arbosana, Arbequina y Koroneiki. Esta es una de las conclusiones de la conferencia ofrecida por el consultor Juan Vilar dentro del programa de la WOOE celebrado la semana pasada en Madrid.
Gracias a esta fuerte expansión con los nuevos modelos de producción, ya se produce aceite de oliva en 57 países de los cinco continentes mientras que el consumo alcanza los 179 mercados.
Según Vilar, esta fuerte expansión del olivar mundial tendrá efectos directos sobre España. En primer lugar, de forma positiva, ya que más del 80% del aceite de oliva producido en el mundo se consume “por el fenómeno de la cercanía o familiaridad”.
Pero por el lado negativo, el crecimiento de la producción sí representará una amenaza a medio y largo plazo, ya que el 85% del olivar que cada año se planta en el planeta es más competitivo que el 75% de nuestros olivares. “Si no sale de su inmovilismo”, asegura Vilar, y no se aplican “estrategias de intensificación, transformación, integración y singularización, en un plazo de tiempo moderado, y en el entorno de un incremento de oferta, lamentablemente, nuestros olivares dejarán de ser rentables”.
En cuanto a la tendencia de precios, Juan Vilar, aclaró que la demanda interna cayó durante la última década casi el 5%, -no solo en España, también ha sucedido en otros los países mayores productores-, situación que se ha ratificado según los datos de principio de año.
“Unido a que la interacción entre oferta 2,7 millones de toneladas, y demanda 2,9, podrían arrojar unas existencias finales globales de unas 200.000 toneladas, lo cual debería mantener un entorno de precios estables en los rangos actuales, pues incrementos injustificados no harían más que generar tensiones adicionales en la ya maltrecha demanda doméstica”, concluye Vilar.
Una respuesta a “Arbequina, Arbosana y Koroneiki, las variedades preferidas para la expansión mundial del olivar en superintensivo”