El aceite de oliva ha mantenido durante años una relación tensa con el canal Horeca de Hostelería y Restauración. Su mayor precio frente a otro tipo de grasas vegetales –desde girasol hasta los aceites especiales para frituras o alto oleicos– le han alejado durante muchos años de las cocinas de bares, restaurantes, comedores de colectividades…
Una distancia que en las actuales circunstancias, cuando una botella de virgen extra de primeras marcas vale lo mismo en el lineal que la garrafa de cinco litros de girasol de marca blanca, se ha agravado aún más.
Gran parte de culpa de este distanciamiento palpable entre el consumo de aceites de oliva y la hostelería convencional la tienen las propias cadenas de distribución, más interesadas en destacar sus bajos precios y ofertas para un sector muy castigado durante las crisis que en dar a conocer los beneficios no solo saludables del aceite de oliva, sino incluso su mejor rentabilidad en las frituras por ejemplo.
La fotografía que ilustra este artículo resume muy bien esa idea de la gran distribución. Pertenece al catálogo actual de de la enseña de Cash & Carry de uno de los gigantes de la distribución alimentaria en España. En la sección de aceites para Hostelería destaca el aceite alto oleico (1,45 euros/litro); el girasol de marca a casi un euro el litro; el girasol de su marca propia a 0,91 euros/litro y un preparado graso especial para cocinar a 2,48 euros/litro y el aceite de orujo de oliva de su marca a 2,58 euros/litro. Ni una sola mención al oliva refinado, ni al virgen, ni al virgen extra.
Revista Almaceite 