El Informe Deoleo 2017/2018 analiza en tema de portada la actual situación del mercado español e internacional del aceite de oliva. Y con un diagnóstico muy crítico con lo que considera “banalización” del producto. Y no solo señala a la gran distribución como culpable. “Lo más sorprendente es que hemos sido nosotros mismos, productores y comercializadores, con el oportuno empujón de la distribución, guiada por su propio interés de generar tráfico en sus establecimientos por medio de productos-reclamo, los que hemos contribuido, poco a poco, a destruir el valor del aceite de oliva y a menoscabar el potencial de crecimiento de la categoría y de todo el sector”.
Dada la fuerte importancia de la exportación para el sector del aceite de oliva, Deoleo hace hincapié en que solo con el factor precio el aceite de oliva no podrá competir. “Cuando el 95% de los consumidores mundiales lo son de grasas cinco veces más baratas que el aceite de oliva, competir en precio es una batalla perdida y solo nos lleva a enrocarnos en el círculo vicioso de la desvalorización”.
Y alerta del contagio de este modelo de precio a otros mercados donde hasta ahora el aceite de oliva tenía buenos márgenes comerciales. “Lo más preocupante es que este modelo de comercialización que domina el mercado español se está empezando a replicar peligrosamente en otros mercados que, a priori, tienen un gran potencial para el consumo de aceite de oliva y que hasta ahora eran mercados de margen, como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania u Holanda”.
Este modelo presenta un problema añadido. “El problema radica en que este modelo de precio y volumen descuida la trazabilidad y la calidad, por lo que ya nos estamos encontrando con reticencias al aceite de oliva europeo en Estados Unidos y otros países anglosajones donde existen organizaciones que defienden su producción y utilizan los aranceles –y los juzgados– para dar prioridad a sus aceites autóctonos. Por tanto, exportar el modelo de precio bajo y aceite de poco valor solo puede llevar a dos caminos, y ninguno de ellos augura nada bueno para el futuro del aceite de oliva español: por una parte, el proteccionismo ante el aceite mediterráneo; y, por otro, la disminución del consumo mundial de aceite de oliva.
Los datos de consumo en España y Europa tampoco son optimistas. “En el último informe del Consejo Oleícola Internacional (COI) de noviembre de 2017 se informó de una caída del consumo mundial del 6% en la campaña 2016/17, hasta los 2,8 millones de toneladas. La bajada más acentuada se produjo en la Unión Europea, con una disminución del 12%. Solo en España el consumo interior ha retrocedido más de un 15% desde el año 2000. Al mismo tiempo el consumidor español sustituye progresivamente el aceite de oliva por otros aceites, como el de girasol, que el año pasado entró en un 5,5% de hogares nuevos y representa ya el 40% del volumen de aceite que se consume en el país”.