Cuando las hamburgueserías americanas promocionan el aceite de cacahuete a las puertas del olivar español

aceite cacahuete
Entrada de la hamburguesería Five Guys en un centro comercial de Madrid

Una de las cadenas de hamburguesas más famosa de los Estados Unidos –aparte de los gigantes Burger King y McDonald’s– se llama Five Guys. Desembarcó en España en marzo del 2016 con su primer local, con una singular campaña de márketing que consistía en destacar que la familia Obama era asidua a sus establecimientos. Una de las señas de identidad de sus locales en España es destacar muy en grande a la entrada que sus famosas patatas fritas –“recién cortadas” – se fríen con aceite de cacahuete. Incluso dejan ver cajas de cartón de embalaje de aceite de “Peanut Oil” junto a los sacos de patatas. Y cestos de cacahuetes que los clientes puede degustar.

China y la India son de lejos, los mayores productores mundiales de cacahuetes, mientras que Estados Unidos también figura en el pelotón de cabeza junto a Argentina y Nigeria con más de un millón de toneladas al año. El consumo de aceite de cacahuetes es prácticamente insignificante en el mercado doméstico español.

Científica y médicamente está demostrado que el aceite de oliva virgen extra tiene unos componentes mucho más saludables para el organismo que el de otros como el cacahuete. Y sin embargo, en los bares el primero pasa casi desapercibido, mientras al segundo se le ensalza.

El ejemplo de esta cadena de hamburgueserías resulta paradigmático sobre las diferencias estrategias de márketing que se utilizan en las grande cadenas de fast food norteamericanas frente al restaurante o bar español de toda la vida. Resulta prácticamente imposible encontrar algún establecimiento de hostelería en España donde se destaque el uso para freír tal o cual producto con aceite de oliva (virgen o virgen extra, si fuera posible). Siendo España el primer productor mundial de largo y promocionando en los mercados internacionales las bondades y calidad de nuestros AOVEs, resulta incomprensible cómo los establecimientos no utilizan ese hecho diferencial.

La justificación por lo que no lo hacen es por el mayor precio de los aceites de oliva frente a otros aceites vegetales o especiales para freír –muy comunes en el Canal Horeca–, pero es válida hasta cierto punto. Cuando en los últimos ocho años han tenido que cerrar más de 10.000 establecimientos hosteleros en toda España, resulta claro que la diferenciación –por variedad y calidad de la materia prima utilizada, trato cercano y personal, ambiente agradable– no garantiza la supervivencia comercial de un negocio, pero al menos ayuda a conseguirla.

Con las aceiteras en los desayunos o para las ensaladas en las comidas no basta. Si el ejemplo de los norteamericanos cundiera más entre los bares y restaurantes españoles y destacaran en sus carteles y cartas de raciones y tapas el uso de aceites de oliva virgen extra para freír o aliñar como un atributo de calidad diferencial, a buen seguro que el ejemplo triunfaría.


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