Entrevista con
José Antonio La Cal
Socio fundador de Bioliza
José Antonio La Cal es el director del curso de Experto en gestión de subproductos del olivar e industrias afines organizado por la Universidad Internacional de Andalucía en su sede de Baeza (Jaén) desde mediados de febrero hasta principios de julio, el primero en su género de los que se impartirá en la región y en España.
¿Qué conocimientos le va a aportar el título de Gestión de subproductos de olivar que impartirá la UNIA en Baeza a todo aquel que lo realice?
El curso va a abordar aspectos relacionados con los subproductos del olivar desde muy diversos y variados puntos de vista, que le van a permitir a los alumnos obtener una visión global pero detallada del conjunto de los mismos, así como de las principales alternativas de valorización, y todo ello desde un enfoque muy práctico, y no solo técnico, sino económico, de negocio y de gestión. Vamos a empezar hablando de bioeconomía y del papel que ha de jugar el olivar, posteriormente vamos a abordar todos y cada uno de los subproductos que genera el olivar, tanto en campo como en sus principales industrias de transformación (almazaras y extractoras de aceite de orujo u orujeras).
Analizaremos la nueva PAC y lo que dice sobre este tema, analizaremos la producción de compost, la generación de energía, la obtención de biocombustibles estandarizados así como de co-productos de alto valor añadido. Introduciremos también las perspectivas social, ambiental y de marketing, necesarias para poder abordar una auténtica estrategia para la gestión integral de los subproductos. También realizaremos estudios en profundidad de casos prácticos y experiencias reales llevadas a cabo por empresas, todo ello enriquecido con visitas de campo.
Por último, se tratará el tema de incentivos a proyectos de aprovechamiento de biomasa del olivar y de mejora de la eficiencia energética en las industrias del sector. Por tanto, como decía al principio, creo que el alumno se va a llevar una visión completa de los subproductos que genera el olivar y de las posibilidades reales de aprovechamiento.
¿Qué novedades en torno a esta emergente área de actividad en el sector olivarero se van a impartir y analizar?
En principio prácticamente todo es una novedad porque es la primera acción formativa específica sobre subproductos que se realiza en Andalucía. Es un tema que se ha venido tratando en los últimos años, sobre todo desde la Junta de Andalucía y desde algunas empresas innovadoras que han empezado a ver en los subproductos nuevas posibilidades de diversificar la actividad productiva asociada al olivar en su conjunto.
Sin embargo, yo sí quisiera destacar como principales novedades el enfoque global del curso, es decir, abordar el tema de la gestión de los subproductos en el marco de la mejora de la competitividad del sector oleícola; así como contar con profesores de primer nivel en los ámbitos empresarial, profesional y académico con experiencia y con una visión eminentemente práctica, que creo que es lo que buscan las personas que deciden hacer un posgrado como éste.
Con las crecientes producciones de aceituna y aceite de oliva y la extensión del cultivo, ¿la gestión de los subproductos va a tomar más protagonismo en las almazaras y en toda la cadena productiva del sector olivarero?
Estoy convencido de ello, y no solamente yo, sino la UNIA que ha decidido apostar por un Experto de estas características. Es evidente que el olivar en su conjunto necesita encontrar nuevas líneas de diversificación que contribuyan a mejorar la renta de los agricultores y entre ellas qué duda cabe que los subproductos suponen una enorme oportunidad, y no solo por la cantidad (no olvidemos que el 80% aproximadamente de la aceituna son subproductos, más los restos de las podas del olivar), sino porque una adecuada gestión de los mismos puede conllevar importantes mejoras medioambientales en el sector, además de contribuir a mejorar su imagen hacia la sostenibilidad (reducción de huella de carbono, por ejemplo).
Yo creo que al igual que se está haciendo con el aceite de oliva, que considero que se ha evolucionado bastante y bien en los últimos años, con los subproductos se tiene que hacer lo mismo; es decir, no se puede solamente poner el foco en el aceite, sino en el olivar como en su conjunto. Solamente de esta manera se puede entender que el olivo es además de productor de aceituna y de aceite de olivar, generador de recursos energéticos y fijador de CO2, entre otros aspectos; y que sus industrias (almazaras y extractoras) deben estar adaptadas y preparadas como auténticas “gestoras” de subproductos, porque además así van a incrementar su eficiencia como industrias lo que de nuevo redundará en una mejora de su rentabilidad como empresas.
Hasta hace poco, e incluso ahora, se ha considerado a los subproductos del olivar más como un problema que como una oportunidad ¿Cuesta cambiar aún esta mentalidad entre los propios profesionales del sector?
Efectivamente, y sí que cuesta. Todavía son pocos los que ven el tema de los subproductos como una oportunidad. Me llama la atención por ejemplo el impulso que se le está dando al “oleoturismo”, contra el que no tengo nada, al contrario. Sin embargo, sería mucho más sencillo y rápido valorizar determinado tipo de subproductos porque ello permitiría obtener un ahorro inmediato (caso de los restos de poda) o la generación de nuevos ingresos (producción de biocombustibles sólidos, por ejemplo).
La clave, a mi juicio, para cambiar esta mentalidad es demostrar que existen soluciones viables técnicamente y rentables económicamente, mostrando modelos económicos claros. Yo suelo poner 3 ejemplos que en el curso desarrollaré en detalle: la obtención de astillas a partir de los restos de podas, la obtención de un hueso de calidad apto para usos térmicos normalizados y que cumpla con los estándares actuales de calidad y la generación de energía en la almazara para autoconsumo. Estos ejemplos son aplicables en almazaras pequeñas, no suponen inversiones elevadas y permiten incrementar el período de funcionamiento de las mismas, lo que redunda en la generación de nuevos ingresos para los agricultores, que es al fin y a la postre de lo que se trata.
Lógicamente a lo largo del curso se verán más ejemplos, los cuales serán analizados con todo lujo de detalles. De todos los eslabones de la cadena de valor del aceite de oliva, creo que la industria extractora es la única que se ha dado cuenta realmente del enorme potencial que tienen los subproductos si se hace una adecuada valorización de los mismos. Durante el curso, además de contar con profesionales del sector extractor, se van a contar también diversas iniciativas llevadas a cabo por las industrias extractoras para valorizar el orujillo, una de las fuentes de biomasa más abundantes en Andalucía, la cual se encuentra actualmente en un callejón sin salida debido a los bajos precios por la caída de las exportaciones y a la amenaza que supone la legislación vigente en términos de reducción de partículas a la atmósfera. Todas estas cuestiones serán abordadas también en el curso.
El sector energético es uno de los que más está cambiando, con el creciente peso de las renovables, el aumento del autoconsumo y las posibilidades de almacenamiento energético. En comunidades como Andalucía ¿el olivar será un pieza clave en este nuevo mapa de la energía?
Sin duda alguna. La biomasa ha de jugar un papel crucial en la nueva transición energética, debido a ventajas tales como su gestionabilidad, su abundancia (no solo olivar, también forestal, agroindustrias, etc.), su renovabilidad y su contribución a la descarbonización de la economía debido a sus emisiones neutras de CO2, entre otras; y el olivar en Andalucía supone del orden 40% de todo el potencial de biomasa de la región. Además, esta contribución la podrá hacer tanto para usos térmicos (calefacción bodegas, agua caliente sanitaria y para procesos, etc.) como para generación eléctrica bajo el actual modelo de autoconsumo, aplicado a almazaras y extractoras de aceite de orujo, junto con otras tecnologías renovables como la solar fotovoltaica.
La formación y la especialización, tanto en el aceite de oliva como en otros sectores, es la única manera de aumentar el valor añadido
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