Aunque la vista y los pensamientos en el sector oleícola están puestos en estas semanas en el final de confinamiento y la vuelta a una extraña “normalidad”, los meses de la campaña 2019/2020 van pasando sin que los precios den ningún síntoma de subida: ni las casi 200.000 toneladas de almacenamiento privado primero, ni la fuerte subida de las ventas en las primeras semanas de marzo han sido suficientes para aumentar la rentabilidad de los productores y de las almazaras industriales.
Conforme pasan las fechas del calendario, hay dos datos que marcarán entre ambos el futuro de los precios en origen. Y en ambos casos, no son en absoluto proclives a la subida. Por un lado, las significativas lluvias en el mes de abril han permitido al olivo recuperarse parcialmente y mostrar un gran aspecto que puede vaticinar –aunque quedan muchos días hasta el 1 de octubre próximo– que estaremos ante una cosecha sensiblemente mayor que la actual.
Y si a ello unimos que el enlace de campaña puede estar en el orden de las 400.000 toneladas, las coordenadas de los precios en origen tienen toda la pinta de mantenerse planas y estables, con bajadas y subidas puntuales. Especialmente más llamativas en el caso de los virgen extra de cierta calidad conforme se acerque la nueva campaña.
Hay que tener en cuenta que la media de los últimos años como enlace de campaña estaba entre las 200.000 y 300.000 toneladas. Aunque en la 2018/2019 se alcanzaron las 600.000 tn. Una cifra que ha condicionado notablemente la actual coyuntura bajista de precios en origen. Tampoco ha ayudado para nada en esta coyuntura las campañas de otros mercados productos –especialmente la de Túnez y la de Portugal–, así como la recuperación parcial de Italia, menos dependiente de los aceites españoles.
La realidad económica de los países más afectados por la pandemia del Covid 19, especialmente Estados Unidos, Japón y el sudeste asiático para las exportaciones españolas también serán importantes para analizar el volumen de salidas y la reducción de los stocks de enlace.