
La dramática situación provocada por la pandemia del Covid 19 en Estados Unidos, con cerca de 16 millones de contagiados oficiales a mediados de diciembre y más de 290.000 fallecidos, ha provocado indirectamente un auge de la comida en casa. Y con ella, la búsqueda de aceites vegetales más saludables como el aceite de oliva en sus diferentes categorías.
Según datos de la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Norteamérica, de la forma parte la NAOOA (North American Olive Oil Association), en los últimos doce meses la cifra de ventas del aceite de oliva alcanzó las 410.000 toneladas cuando en los últimos años no había sobrepasado las 350.000 tn. Las ventas de la categoría habrían crecido un 23% y las importaciones un 16%. Prueba de ello son los resultados conseguidos por algunas empresas españolas en los últimos años, donde el peso de su negocio en Estados Unidos tato en volumen de ventas como sobre todo, en su Ebitda, es fundamental.
Hay que tener en cuenta que la comida en el canal Horeca de Estados Unidos está muy dominada por la denominada “fast food” (hamburguesas, pizzas, costillas, comida asiática y mexicana..) donde la utilización del aceite de oliva es prácticamente testimonial. De ahí que el fuerte aumento de las comidas en casa haya sido un revulsivo para las ventas de aceite de oliva. Más del 54% de las encuestados en un estudio sobre hábitos de consumo en el Covid 19 aseguraba en Estados Unidos que cocinaba a diario en casa, un porcentaje muy alto en relación a lo habitual en el país.
Estados Unidos, con una producción propia que oscila en los últimos años entre las 14 y las 17.000 tn de aceites de oliva –casi todos virgen y virgen extra procedentes de olivares intensivos y superintensivos del Estado de California– había experimentado un cierto estancamiento en el consumo de aceites de oliva en los últimos años. Entre los motivos estaría la propagación interesada de “Fake News” sobre la autenticidad de los aceites, en muchos casos promovidos por páginas webs anónimas o tras las que se esconden intereses de la industria de otros potentes aceites vegetales con mucho poder financiero.
Esta coyuntura favorable al consumo de aceite de oliva en Estados Unidos –consolidado ya como uno de los tres grandes consumidores mundiales muy cercano ya a Italia y España en consumo interior– se produce justo cuando los aranceles a las importaciones de aceites de olivas envasados con origen español de mantienen. Una situación que ha castigado notablemente a las pequeñas almazaras y empresas comercializadoras que buscaban abrirse mercado en aquel país, y que ha obligado a las grandes envasadoras españolas a ampliar su presencia industrial en el país, buscar alianzas con empresas locales o subcontratar el envasado en tierras norteamericanas.