
El 80% e losa aceites vegetales consumidos en el mercado ruso son producidos en el propio país, con el girasol como principal grasa vegetal al ser uno de los mayores productores mundial de pipa de girasol junto a su vecina Ucrania. De ahí que no resulte sencillo introducirse en el mercado, muy marcado por el precio. Sin embargo, según destaca el ICEX en un informe sobre las posibilidades de los productos alimentarios gourmet en el mercado ruso, hay un target de dos millones de consumidores rusos que por su poder adquisitivo están muy interesados en alimentos gourmet .Por su calidad y como signo también de distinción. Y entre ellos estaría el aceite de oliva virgen extra.
España controla en los últimos años más de la mitad de cuota de mercado del aceite de oliva en el mercado ruso, en torno al 45%. Aunque ha visto con preocupación cómo en los últimos cinco años los aceites “made in Italy” lograban crecer en cuota de mercado de forma sustancial al pasar del 27 al 36,5%. Entre cuatro marcas de aceites controlan la mitad del mercado ruso, con la española Borges y la italiana Monini como las de mayor actividad comercial. Hay que tener presente además que también está creciendo mucho la venta de aceites mezclados, básicamente de girasol con aceites de oliva –permitido en la legislación de consumo de Rusia- para abaratar el producto.
Sin embargo, en el caso de los AOVE Premium, el peso de las marcas españolas están aún muy lejos de las italianas, que controlan más del 90% de este segmento de mercado. Crecer en este apartado es clave aunque exige importantes inversiones y sobre todo retornos de beneficios no a corto plazo.
Según el ICEX, “la percepción de España y de sus productos es muy positiva, y existe un reconocimiento de nuestra gastronomía que ayuda a posicionar esta amplia gama de productos, aunque se encuentra, en términos generales, por detrás de nuestro principal competidor, Italia. Así, por ejemplo, el aceite de oliva y las aceitunas de mesa españolas dominan las ventas en la gama media, pero no en el sector premium, en el que destacan los italianos y griegos gracias al efecto arrastre del sector de la restauración. Mientras, el pimentón de la Vera, el azafrán español, los pimientos del piquillo e, incluso, los turrones han ido adquiriendo un mayor prestigio y presencia, pero no son tan conocidos por el gran público y, al igual que otros productos más minoritarios, como nuestras marcas de agua mineral, las conservas de pescado o los espárragos, tienen aún mucho potencial no explotado”.
Cada vez más rusos viajan cada año a España, especialmente a la Costa del Sol, Levante y Costa Brava, de vacaciones. Un aspecto que ha mejorado mucho la percepción del cliente medio ruso sobre España y sus productos agroalimentarios. Las posibilidades de compra de los clientes rusos también tienen mucho que ver con la situación de su moneda, el rublo, frente al euro y el dólar, así como a la inflación.
Con distintos problemas arancelarios y de importación de los productos cárnicos así como de frutas de hueso, “nos hallamos ante un mercado en el que los productos gourmet exportables por nuestras empresas se circunscriben a los segmentos premium del aceite de oliva, las aceitunas de mesa, las conservas vegetales, la confitería y galletería, las especias y condimentos, el agua y las conservas de pescado”, aseguran desde el ICEX.
Según Pablo Martínez Segrelles, Consejero económico y comercial de la Embajada de España en Moscú, “una de las principales características es su alta concentración geográfica, ya que Moscú representa prácticamente dos tercios del mismo y San Petersburgo otro 10%, con lo que tres cuartas partes del mercado se concentran en estas dos ciudades. Se trata de un consumidor típicamente urbanita, por lo general con una mentalidad internacional y elevado poder adquisitivo, como es lógico. Estos consumidores urbanos toman la decisión de compra de este tipo de productos motivados principalmente por una elevada y creciente conciencia por la alimentación sana, pero también porque suelen estar familiarizados con la oferta gastronómica de otros países”.
La situación actual se caracteriza por la existencia de tres grandes tipos de canales: las cadenas especializadas en las grandes ciudades; los de restauración de gama alta, que pueden vender en ocasiones productos al detalle; y la creciente venta on-line para pedidos dentro del país, puesto que la entrada desde el exterior a través de plataformas digitales no está permitida, según detalla el ICEX. La obligatoria figura del distribuidor-importador sigue desempeñando aquí un papel fundamental y su adecuada selección, normalmente tras un primer contacto en ferias internacionales como Anuga o PRODEXPO, resulta crucial.
Los productos importados deben pagar el arancel y el IVA (que varía del 10% al 20%) en la aduana y estar certificados según las normas de la Unión Económica Euroasiática. “Por regla general”, explican en la Ofecomes de Moscú, “el coste del producto aumenta entre un 30% y un 40% respecto al valor EXW o FOB facturado por el exportador”.
Otro de los productos más interesantes para el consumidor ruso son las aceitunas de mesa, siendo uno de los mercados prioritarios para las empresas y cooperativas españolas del sector.
Foto: Supermercado de alimentación en Moscú (Wikimedia Commons)