Cómo se defenderá el aceite de oliva en tiempos de inflación

Hace ya algunos años, un vicepresidente económico del Gobierno de España aseguraba que para el control de la inflación le preocupaba más el precio del aceite de oliva que el del petróleo. Si tuviera responsabilidad a día de hoy, estaría quizás más preocupado por el petróleo y los carburantes pero también por futuro de los precios del aceite de oliva. Clave entre los alimentos básicos que marcan el precio del IPC agroalimentario.

Desde enero de 1994, cuando comienza la serie histórica estadística, la inflación del subsector de alimentos y bebidas no llegaba a subir tanto: un 13,8% en el mes de agosto. Un dato que se traslada diariamente a la realidad de la cesta de la compra de los hogares y del Canal Horeca del mercado español, y que amenaza con cambiar seriamente sus patrones de consumo a corto plazo si no baja en los próximos meses de forma acusada.

El aceite de oliva ha sido en el último año uno de los alimentos principales que más ha subido de precio, pero por debajo de como lo han mucho otros muchos por ejemplo en el caso de frutas y hortalizas, o de carnes en fresco. Según los datos del INE, la inflación llega al 25,6% en la leche; el 24% en aceites; el 22,4% en huevos; el 21,7% en cereales y derivados y el 15,2% en el caso del pan. El pollo acumula una subida anual del 17,6% y el pescado, del 9,9%.

El mayor problema en este final de año, con el inicio de la campaña oleícola 2022/2023 ya en capilla, la subida de precios del aceite de oliva puede ser aún mayor. Y no solo por los altos costes de fabricación -desde la energía al envasado o la logística- sino también por las previsiones de corta cosecha que elevarán a buen seguro los precios.

Aunque los precios en origen en la tercera de semana de septiembre continúan por debajo de los 4 euros en los virgen extra, y en los 3,80 de media en toda la categoría, ya se están cerrando operaciones y avanzado compras de aceituna -para los próximos meses incluso con pago por adelantado- a precios sensiblemente superiores para los aceites de oliva virgen extra de calidad.

Si los precios en los lineales comienzan a repercutir en los próximos meses la nueva realidad de las cotizaciones en origen de la nueva campaña -no la de los aceites almacenados de la anterior campaña que estas semanas estarán en súper e híper- el diferencial de precios entre las marcas de distribuidor y las primeras marcas irá en aumento. Y la guerra comercial por atraer clientes con el aceite de oliva como gancho comercial en la portada de los folletos buzoneados serán más acusadas, como ya ha ocurrido en otras ocasiones cuando los precios superaron los 5 euros de media por litro.

Las grandes consultoras de consumo ya aventuran para las próximas semanas compras más peso de las marcas de distribución, más empuje de las ventas en promoción, menos unidades de compra por cesta, la media ha bajado ya a nueve productos por compra y menor fidelización a las marcas. Para la media de los consumidores.

En el caso del aceite de oliva, es muy importante para que su consumo se mantenga fuerte en el mercado interior que muchos de los productos que están asociados a su consumo -pescados para freír, pollo, carnes de cerdo, ternera, tomates para ensalada, etc.- no prosigan su espiral alcista de precios. Cuantos menos productos frescos se consuman -ya sean pescado, carnes o verduras- menores opciones de consumo tendrá el aceite de oliva y el AOVE.


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