
Entrevista con
José Ruiz Utrera
Director Soc. Coop. Campo de Montiel
¿Cómo fue la campaña 2023/2024 para vuestra cooperativa de segundo grado en cuanto a volumen y calidad de los aceites?
Por fortuna, aunque en alguno de los socios ha habido mermas respecto a otras cosechas, en general ha sido buena tanto en calidad (ya que más del 90% del fruto llegó a las almazaras procedente de aceituna de vuelo, sana y en muy buen estado), como en cantidad (se ha alcanzado una producción superior en un 12% a la media de los últimos 5 años y un incremento del 60% respecto a la de la cosecha pasada), lo que nos permite disponer de buenos aceites para comercializar en una campaña de precios excepcionales.
La propia situación geográfica de la comarca Campo de Montiel en la que se encuentran las almazaras del grupo (sureste de la provincia de Ciudad Real), hace que la floración y maduración lleve una demora de un par de semanas respecto al valle del Guadalquivir, lo que permitió evitar la terrible ola de calor de abril/mayo de 2023 y que se llevó por delante gran parte de la cosecha actual. Luego dos momentos de lluvia afortunados en primavera y otoño, hicieron el resto…
¿Qué grandes retos tiene pendientes vuestra cooperativa de segundo grado y sus almazaras desde el punto de vista de la producción y la comercialización?
Desde mi punto de vista y por lo que hablo con otros gerentes de grupos, el reto principal de las agrupaciones de productores, es conseguir desarrollar y exportar el sentimiento de pertenencia a un ente superior que es la Cooperativa de 2º Grado.
El socio agricultor (entiéndase hombre o mujer) de la cooperativa base, debe entender que desde la Cooperativa de 2º Grado y a través de su Consejo Rector, se desarrolla toda la actividad comercial y de gestión que genera su actividad oleícola, y en búsqueda de la mayor rentabilidad posible, se recaba a diario la información necesaria para las decisiones de venta, se buscan las mejores oportunidades de financiación por si son necesarias, se abren nuevos mercados, se asesora en sus explotaciones, se tramitan sus ayudas, se obtienen economías de escala en producción y en compras de materiales y equipos, se envasa el aceite que consumen en sus hogares, se amplía la red de contactos, se ayuda al compañero y se resuelven problemas o dudas comunes que suelen surgir en plena campaña…es más fácil valorar y defender lo que se siente como propio.
¿Qué enseñanzas se pueden extraer como cooperativa y como sector de estas dos campañas tan atípicas a nivel nacional, tanto en producción como en precios en origen?
Enlazando con mi respuesta anterior y como defensor del sector, un primer aspecto que destacaría es que hemos detectado como ante elevados precios del aceite de oliva, se produce un trasvase de aceituna para molturar desde el mundo cooperativo a la almazara privada/industrial, en búsqueda de una rápida rentabilidad/liquidez que no se ha producido en campañas dónde los precios por desgracia fueron más bajos.
En este punto, y aunque las cooperativas tienen herramientas de liquidez y sus propios mecanismos de defensa reflejados en estatutos, me gustaría llamar la atención y tal vez recordar cuál fue el origen de las propias almazaras/cooperativas algunas de ellas ya centenarias o casi, y que no fue otro que el tener un producto perecedero (aceituna) en manos de agricultores que no podían descargar/molturar por su propia cuenta y que tenían que llevar a vender al precio que les quisieran pagar en su momento, bajo el riesgo de que se pudriera.
Gracias a la unión de ellos y sus aportaciones se consiguieron desarrollar las maravillosas instalaciones de las que hoy son socios y que por momentos parecen olvidar, arrojando en ocasiones “piedras sobre su propio tejado”. Si en el pueblo no existiera “la Cooperativa” a la que algunos por falta de implicación suelen criticar, veríamos qué precios les pagarían en esos “puestos de compra” que están aflorando…
Otro aspecto a destacar de estas “atípicas campañas” es que debemos darnos cuenta de lo variable que puede ser el entorno económico, lo interrelacionado que está y como siempre pueden surgir circunstancias o desgracias que nos pueden afectar (sequías, terremotos, guerras, barcos que se quedan bloqueados…) aunque creamos que estamos lejos de ellos.
Y una llamada de atención a nuestros gestores públicos para que canalicen los recursos disponibles hacia estructuras que permitan disponer el agua necesaria para poder cultivar, en todas aquellas zonas que no disponemos, y que hemos visto cómo afecta cuando la ansiada lluvia no llega y que afronten con seriedad el problema del relevo generacional que ya existe en las zonas rurales como la nuestra, Para algo en lo que somos líderes mundiales, ¿no lo vamos a poder producir…
Por último… una enseñanza que nos dejan estos dos años: el aceite se puede vender muy por encima de las “500 pesetas” (3 euros) que siempre nos habían dicho, a ver si lo vamos valorando como se debe…
¿Hay que pensar en obtener nuevos ingresos y rentabilidad de la aceituna que llega a la almazara en global, y no solo a través del aceite de oliva?
Yo siempre pienso que la aceituna es como el cerdo… “se aprovecha todo”…desde el producto principal (aceite) hasta todos los subproductos y derivados que se obtienen y que se obtendrán gracias a todos los trabajos de investigación y experimentación que se realizan.
Es obligación del sector contribuir a la difusión y búsqueda de los beneficios de esos “otros productos” que se obtienen y que permitirán el mantenimiento de entidades “hermanas” como las extractoras y el desarrollo de nuevas empresas y fuentes de riqueza alternativas asociadas al “árbol milenario y sus frutos”.
Actividades como la distribución de combustible, adquisición conjunta de abonos y productos fitosanitarios también ayudan a mejorar la rentabilidad de los socios.
Solamente si conseguimos que las explotaciones olivareras por sí solas (bienvenidas las posibles ayudas que se puedan recibir) sean rentables, evitaremos que los miles de minifundios asociados a las pequeñas poblaciones desaparezcan, y para evitar eso, cada céntimo cuenta, así que como nos decían de pequeños en el tajo: “menos hablar y más dar palos”… a trabajar todos y “orgullo aceitunero”.