
La campaña 2019/2020 será recordada por muchos contratiempos en el sector olivarero (aranceles EE.UU., Brexit, climatología adversa, cambio normativa de envases, bajos precios y, sobre todo, el Coronavirus…) pero también porque se han quedado muchos miles de kilos de aceituna sin recoger. Lo que no pasaba en años. La razón: los precios ruinosos en origen.
Para cientos de miles de hectáreas de olivar tradicional, especialmente de secano y de montaña, los precios en origen desde hace ya más de dos campañas no resultan rentables. Con un coste medio de 2,65 euros/kilo (del que 2,30 euros/kilo proceden del campo), según los estudios de costes del COI, más de 100.000 has de olivar en España corren riesgo real de abandono inmediato.
El olivar tradicional y familiar, del que dependen decenas de miles de familias y cientos de municipios en toda España, debe “resetear” su modelo para asegurar su supervivencia y rentabilidad. Tres destacados expertos ofrecen en el Anuario AOVE-Olivar Español 2020 su visión sobre hacia dónde podría avanzar.
Según Pedro Sánchez Zamora, profesor de Economía Agraria de la ETSIAM de la Universidad de Córdoba, “las características estructurales de las explotaciones españolas de olivar, y particularmente de olivar tradicional, tipo minifundista y con una estructura productiva dispersa, dificultan la mecanización, la transformación del cultivo hacia sistemas más eficientes, e incrementan de forma notable los costes de producción. Estos costes de producción oscilan, según la literatura científica, entre 2,1 y 3,8 €/kg en el olivar tradicional (frente a 1,5 y 2,2 €/kg del olivar de alta densidad), y hace que, en muchos casos, especialmente en el de pequeñas explotaciones, éstos no sean cubiertos ni siquiera con la ayuda de la PAC”.
La futura PAC tiene mucho que decir en el futuro del olivar tradicional. Según Manuel Barneo, ingeniero agrónomo y experto en olivar de montaña, “la PAC puede ser la herramienta definitiva que levante o entierre el olivar marginal de montaña, la apuesta del agricultor genuino, puede ser un arma de doble filo en las parcelas de menos de 5 Has, un gran porcentaje por ejemplo en Jaén, y si no se apuesta por ellas desde la UE, pueden abandonarse en menos de 5 años más del 30%”.
Según Barneo, “el riesgo del abandono del olivar tradicional es una espada de Damocles que tenemos continuamente sobre nuestras cabezas los agricultores y profesionales especialmente en la Sierra de Segura y por extensión las distintas sierras de la provincia de Jaén”.
Diferenciación
La diferenciación e ir hacia la producción ecológica es una de las alternativas. “El paradigma en el olivar tradicional está cambiando -asegura Barneo- especialmente desde que Europa apuesta por las producciones ecológicas. El volumen del mercado del sector “bio” ha superado la barrera de los 40.000 millones de euros en Europa. Esta será una salida, si se coge el tren a tiempo y el liderazgo eco”.
La situación exige medidas urgentes. Según Alfonso Montaño, responsable de Elaiotecnia del CTAEX, “hay que tomar medidas que hagan competitivo el olivar y favorecer el consumo (sobre todo a nivel interno), por sí solo no se va a mantener. Tanto en la campaña 2019-20 como muy probablemente las próximas, el precio del mercado a granel estará por debajo del umbral medio de rentabilidad del olivar tradicional, lo que viene a significar que mantener el olivar tradicional “le costará” dinero al agricultor”.
El envejecimiento de los agricultores y la falta de relevo por la despoblación tampoco ayudan. Hay un cambio estructural de modelo en marcha. Según Pedro Sánchez Zamora, “la supervivencia de las explotaciones de olivar tradicional se encuentra en riesgo, e irá en aumento con el paso del tiempo. Durante los últimos años el crecimiento de la superficie olivarera mundial ha sido del orden del 1% por campaña, y la mayor parte de olivar plantado ha sido intensivo y superintensivo. En el caso español, la evolución de las estructuras de las explotaciones en los últimos 15 años evidencia que el número de explotaciones olivareras se ha reducido en torno al 5%, principalmente por la reducción del número de explotaciones de pequeñas y medianas. Según las estadísticas oficiales, el número de pequeñas explotaciones de menos de 10 hectáreas se ha reducido en casi un 7%, mientras que el de grandes explotaciones de más de 50 y 100 hectáreas ha crecido casi un 12%”.
Saber comunicar
No basta con ser diferente ni mejor. “El olivar tradicional debe saber comunicar mejor sus diferencias y su autenticidad. Según Alfonso Montaño, “la diferenciación que no se comunica al consumidor de forma eficiente no sirve para nada. Ahí es donde se falla: hay que desarrollar antes (o al menos al mismo tiempo) herramientas comerciales y comunicadoras antes que tener el sello diferenciador. El que un AOVE sea de DOP, ecológico o disponga de cualquier otro reconocimiento, no sirve de nada, por difusión pasiva no se vende si no se llega al consumidor, se le explica el valor añadido y las cualidades a fin de que su sensibilidad al precio se reduzca y ponga valor a la calidad del producto y no precio al mismo. Pero esto es muy fácil decirlo y complicado conseguirlo, cuando en el mercado nos encontramos con consumidores mal informados, saturados de ofertas en grandes superficies que hacen que no sepa el precio de un litro de aceite y una tendencia decreciente del consumo nacional”.
La búsqueda de nuevos canales de venta y comunicación serán también claves. Según Alfonso Montaño, “hay que desarrollar nuevas formas de ventas, como por ejemplo explotar como hacen otras empresas la venta en gasolineras, puntos de ventas “extraños” pero que, con el cambio de hábitos de vida, han pasado a o pasar desapercibida para las grandes distribuidoras. Por otro lado queda mucho por explotar con internet. Nunca antes ha sido tan fácil vender gracias a internet, pero ello no significa que se tenga éxito. Muy pocas almazaras poseen web o información sobre su actividad, calidades, formatos, etc.”
Cooperación
La recolección, además de las labores de poda, supone la gran mayoría de los costes estructurales del producto. De ahí la necesidad de buscar nuevas fórmulas o insistir en las ya planteadas. Según Manuel Barneo, “los agricultores desde tiempos inmemoriales hacían intercambios de jornales, en mi pueblo se unían familias, para recoger la aceituna de las parcelas. Esto que era normal, con las normativas legales, laborales, … se hizo insostenible. Por ello, ahora son las cooperativas las que tienen que dar el paso al frente y desarrollar un proyecto colaborativo de gestión de fincas para las pequeñas y medianas explotaciones. Así se conseguirá volver a la rentabilidad de las explotaciones. Mientras que aparecen otros valores añadidos o coproductos del olivar y el aceite de oliva. La diversificación de la producción del olivar en ganadera, plantas aromáticas, usos de la madera del olivo, de la hoja de olivo, de la biodiversidad del olivar y la protección de fauna y flora en nuestros olivares”.
Para Pedro Sánchez Zamora, hay que prestar valor a “nuevas actividades emergentes surgidas en torno a la producción de olivar. Entre estas actividades encontramos el aprovechamiento de los subproductos del olivar para la obtención de energía; el destino de aceites hacia empresas alimentarias, cosméticas y farmacéuticas; o la valorización del patrimonio olivarero a través de la oferta de servicios como el oleoturismo”.
Según Alfonso Montaño, “para optimizar costes y mantener producciones las cooperativas deben dar un paso adelante y tener una sección de servicios, que se encargue de la explotación de parcelas de olivos en abandono o riesgo de abandono que no son atendidas adecuadamente; por otro lado, hay una opción de ser la cooperativa la que sea la que intermedie entre la demanda de servicios y socios cercanos que puedan hacer dicha labor”.