Los bajos precios aceleran el proceso de abandono de 130.000 hectáreas de olivar tradicional no mecanizable

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Olivar de la variedad Castellana en la provincia de Guadalajara

Cada vez hay más olivares de minifundio, por debajo de la hectárea, en los que resulta habitual encontrar los olivos sin podar ni desvaretar, con abundante pasto y camino de acebucharse en muchos casos. Los podemos encontrar en La Alcarria de Guadalajara, en las sierras de Castellón, en los Arribes del Duero en Salamanca, en los Montes de Toledo, en la Sierra de Montánchez cacereña… Forman parte de esas 130.000 hectáreas de olivar tradicional no mecanizable –que concentra a unas 50.000 explotaciones– que avanzan hacia el abandono. Y en campañas como la actual de precios en origen, con más candidatos aún. Lo peor de todo es que con ellas se irá una gran parte de la riqueza varietal y organoléptica del aceite de oliva español.

El Informe Salvemos el Buen Aceite, elaborado por el consultor Juan Vilar por encargo de Deoleo, avanza datos de interés sobre una realidad que parece escondida entre las grandes cifras de producción y exportación. El olivar de siempre, el que ha dado sustento en forma de aceite y pequeñas rentas a decenas de miles de familias en cientos de pueblos de toda España. Hay que recordar que Deoleo firmó en su día acuerdos con cooperativas de España (Viñaoliva en Extremadura), de Grecia e Italia, para impulsar un modelo de producción y comercialización que valorizara este tipo de aceites singulares.

El envejecimiento de la población rural, el abandono y despoblamiento de muchas zonas, el régimen de ayudas de la PAC por cultivo y no por producción, el sistema de arriendos, la falta de personal y cuadrillas en la recolección, los bajos precios en origen, la falta de profesionalización en pequeñas cooperativas aisladas… muchos factores que provocan que seguir con el cultivo de olivar en pequeñas producciones y sin posibilidad de mecanización sea una pequeña odisea.

Si un propietario de un olivar de sierra ya mayor, que no puede trabajar, debe dar a dos tercios –ya ni tan siquiera a medias– las aceitunas y debe de pagar a lo largo del año el desvareto, la poda o entresaque cuando corresponda, el abonado y la cura o el arado, y cuando llega la campaña ve los precios que le ofrece la almazara más cercana o su cooperativa, las cuentas no le salen.

Según el Informe Salvemos el Buen Aceite, en España, el Olivar Tradicional No Mecanizable (OTNM) supone del orden de 500 mil hectáreas. Es decir, más del 20 % del total de olivar en nuestro país y de 200 mil pequeñas explotaciones (de entre 1 y 3 hectáreas cada una) de unas 300 mil familias de Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Cataluña y Aragón, que podrían desaparecer en los próximos 10 años.

Para Juan Vilar, “es posible, y necesario, revertir esta situación. Hace falta el compromiso de todos los agentes del sector para mantener un tipo de olivar que tiene un importante papel social, económico y medioambiental, que es típicamente español y que, por su singularidad, aporta una enorme riqueza y variedad a la oferta de aceite de oliva”.

Entre las alternativas que se plantean para lograr la supervivencia de este tipo de olivar tradicional destacan la olivicultura ecológica, olivicultura biorregenerativa, olivicultura biodinámica, olivicultura heroica, aceites singulares, etc., y que el consumidor los conozca y valore y esté dispuesto a pagar un plus por ellos. Además de optimizar los costes lo máximo posible.


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