Texto:
Begoña González Pastor
Gerente de Olivares de Altomira
En nuestra cuarta campaña, 2019/2020, todo aquello que pensábamos que nos podía pasar, nos pasó. Tras una campaña 2018/2019 espléndida en cantidad y en calidad, la floración apareció prometedora. Con la mosca un poco detrás de la oreja, (nunca mejor dicho), dábamos seguimiento mediante trampas de conteo a la evolución de la bactrocera oleae, Mosca del Olivo, que, si bien en nuestra tierra es «rara avis», la campaña anterior tuvimos presencia en cerca de un 10% de afección en el fruto.
El verano fue duro, caluroso y largo, pero nuestra variedad «la Verdeja» sabe de eso y supo salir del paso. Pero todo comenzó a finales de agosto con un granizo de de 9 minutos que apaleó a un fruto ya incipiente y preparado para darlo todo en los dos meses que le quedaban de crecimiento. Y este fue el comienzo, pero el detonante fueron unas lluvias a finales de septiembre acompañadas de un calor sofocante que generaron el clima perfecto para que la mosca latente encontrara todo lo que necesitaba.
Y a partir de aquí, ya todo lo demás… fruto apaleado, el que quedó intacto, picado por la mosca, y ya todos sabemos todo lo que viene después: hongos bacterias, caídas del fruto… en fin… nada bueno. Buscando en el libro de recetas, recordé el consejo del dueño de Spiritu Santo que visité en mi formación quien me dijo: “contra la mosca, recogida temprana”. A por ello. Si ya nuestra recolección es temprana -en noviembre nuestra zona inicia el envero- nos organizamos para iniciar la recolección a mediados de octubre, pero vinieron lluvias y lluvias, días sí y día no. ¿Faltaba algo más? Menos mal que fuerzas no nos faltaban y mis máquinas, con algún que otro susto del decanter, trabajaban con mi fruto verde, el poco que entraba en la almazara, de maravilla.
Como resultado, rendimientos muy bajos, costes de recolección muy elevados, y calidad del aceite afectada, nos obligó a reducir nuestra producción al mínimo para cubrir sólo los compromisos de venta con nuestros clientes actuales.
Y ahora con la almazara ya cerrada y limpia, lista para la campaña que viene, con un año más de experiencias aprendidas y toda la ilusión aún intacta. No miraremos al cielo, miraremos mejor al horizonte buscando siempre la luz que nos permita seguir creyendo que merece la pena y que podemos obtener lo mejor de nuestra Alcarria y nuestra querida y única variedad «la Verdeja». ¡En nuestra tierra los nombres de mujer siempre van con artículo!