
El perfil de los hogares españoles en la actualidad poco tiene que ver con el de los años 70 u 80 del pasado siglo. Por entonces el hogar medio español estaba compuesto por cuatro personas. La media actual se queda en 2,5 y bajando. Ni en unidades familiares, ni en rutinas y horarios de trabajo, ni el hábito de compra y consumo, ni en la forma de comer y preparar la comida somos la misma España. Ni por supuesto en consumo de aceites. Ni en cantidad ni –en este caso para bien– en la calidad de los mismos. En una imagen gráfica, se ha pasado de los economatos donde el cliente llevaba su propia garrafa y con un grifo a granel se lo rellenaban a los AOVEs en sprays.
Basta con ver las miles de toneladas de los contenedores amarillos con envases alimentarios para observar en las grandes ciudades cómo ha cambiado el hábito (y necesidad de comer). Y este cambio amenaza con ser aún mayor en las próximas décadas ante el envejecimiento de la población, la baja tasa de natalidad y sobre todo la realidad de millones de hogares formados por una sola persona. Según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su estudio sobre la “Proyección de Hogares 2020-2030”, en el año 2035 casi uno de cada tres hogares españoles estará formado por una sola persona. Esta cifra representa un 18% más que en el año 2020. En total se trata de 5,7 millones de hogares donde el consumo será muy diferente al estar reducido el núcleo familiar a un solo consumidor. Lo que parece claro es que la demanda en formatos y cantidades de un hogar con tres consumidores nunca será igual a la de un hogar con un solo consumidor.
Una dura y exigente prueba para conseguir aumentar el consumo sostenido de aceites de oliva en el mercado doméstico español que ha visto como estructuralmente –como ha ocurrido también en el otro gran país productor, Italia– ha caído en miles de toneladas en las últimas dos décadas. Lo ocurrido en el último año y medio con el aumento del consumo de vírgenes extra –por encima del 10% de media– puede dar también pistas hacia un nuevo tipo de consumo, cada vez más influenciado por el concepto salud y que puede girar hacia un mayor disfrute gastronómico en el hogar si la pandemia del Covid-19 se enquista en los hábitos sociales de la población. Más consumo en hogar y menor en exterior. De ahí la importancia para los envasadores y productores de aceites de oliva de cómo será el mapa de los hogares en los próximos años.
El estudio del INE muestra como el hogar más común en España pasaría ser el compuesto por dos personas: con 6,4 millones (el 32,3% del total), con un aumento del 12,5% desde 2020.Hay un dato positivo para el consumo y es el aumento del número de hogares que se espera que crezcan en 1,1 millones de unidades en los próximos 15 años hasta los 19,8 millones.
Las grandes empresas fabricantes de alimentos y las cadenas de alimentación llevan años poniendo el foco en esta nueva realidad de hogares más pequeños que demandan un consumo diferente tanto en variedad como sobre todo en cantidad y calidad. Y el sector del aceite de oliva haría vienen prepararse para este nuevo desafío, que afectará sobre todo a los formatos y envases, pero también al tipo de consumo, más hedonista y con mayor tendencia a la innovación y a la novedad.